14 de marzo de 2011

Mechones

Jamás he tenido problemas con mechones (salvo cuando trabajé por 10 meses prestándoles libros). Porque hey, yo fui mechona... dos veces.
Una vez me salvé del mechoneo porque amanecí resfriada y pasé el día acostada siendo cuidada por mi abuelita (con quien viví durante mis primeros 4 años en Santiago), tomando té con miel y dosis industriales de paracetamol.


La segunda me agarraron apenas.
Apenas = Dos huevos y harina, además de las iniciales de la Universidad en mi frente.
Logré correr y cinco horas después volví sigilosamente a buscar mi mochila y mis sandalias.


Pero este año, con 24 y decidida a sacar una segunda carrera, no voy a dejar que me toquen.
Para esos efectos, mi mamá me va a mandar su bota ortopédica y le voy a sacar a mi hermana el cabestrillo que le dieron por una lesión en el hombro.
Esos cabros no se van a atrever a tocar a alguien que cojea... espero...


Wow.
Mechona... por tercera vez... a los 24...
¿Soy yo o suena como una Loser con "L" MUY mayúscula?

10 de marzo de 2011

Mi depiladora, la brasilera y yo

Así es mis queridos, me hago la brasilera.
Empezó como algo por mera curiosidad, y como regalo para Pepo cuando cumplimos 9 meses juntos (era para poder hacerle un striptease usando... bueno, casi nada de nada), y después se transformó en algo de rutina. No pude dejar de depilarme todo, se sentía mejor sobre todo cuando hace tanto calor.
Y bueno, a Pepo nunca dejó de gustarle, claro.


Lalo siempre me pide que le muestre cómo se ve porque claro, como es hombre y gay, es muy poco probable que alguna vez pueda ver una... (no sé qué eufemismo usar aquí, pero entienden la idea) sobre todo una completamente descubierta. Pero creo que si el sexo entre dos amigos heterosexuales es lo que arruina la amistad, quizás lo que la arruina entre una mujer hetero y un hombre gay sea el que uno de los dos le muestre al otro sus partes.
Cuando se lo expuse a Lalo, el tema quedó cerrado... por lo menos hasta que volví a depilarme.


Me parece importante serle fiel a la gente en la vida. No solamente a tu pololo, a tu esposo, a tu perro o a tus hijos. Si no también a la señora que te vende el café en la mañana, a tu ginecólogo, al caballero te vende 5 mandarinas y te cobra 4, y a la gente que siempre te encuentras en al tarde cuando vuelves TODOS los días del trabajo o de la U.
Y por supuesto: a tu depiladora.


La mujer no sólo va a escucharte todas tus copuchas (es más fácil hablarle porque no conoce a la gente de quiénes le hablas), si no que, en casos como el mío, llega a lugares a los que ni siquiera llega mi ginecólogo.
Y cambiar de depiladora, puede ser... no traumático, pero es realmente una lata. Es peor que cambiar de pololo, porque tienes que acostumbrarte a una mano nueva, a cómo se maneja la cera y a si es de las que te escucha a hablar con más paciencia que psicólogo (mientras maneja cera MUY caliente), o si te interrumpe cada 5 segundos para contarte algo de ella.
La mía se llama Inge, y es de las que escucha pacientemente. Pero claramente le doy espacio para que me cuente de su vida (es lo justo, la mujer tiene que estar mirando mi entrepierna y más allá) y por lo general en una hora ya estoy más que lista.


Le he sido fiel desde hace MUCHO, y pretendo que siga siendo así.

5 de marzo de 2011

Vitrineando sentadita

Alguien dijo una vez (quizás haya sido mi no-amigo Marcelo) que vitrinear no es comprar. Y fue el mismo Pepo el que dijo "el que nada toca, nada hace" (pero claro, lo usó de excusa por haber ido a ver strippers).
Decidí por eso, dos veces a la semana sagradamente, sentarme en algún mall tomando algo rico (probablemente algo con el logo de Starbucks) mirando "pasar la vida"... además de minos wachones.
Gracias a que Lalo me acompaña de vez en cuando, he aprendido de apoco a identificar a los gays. Que por supuesto son lejos los minos más minos (o si no, miren a Lalo).


De vez en cuando (lo admito) he sacado un par de números de teléfono, haciéndome la que conozco a uno de los minos más minos (que no son gays), y teniendo una conversación como esta:


-¡Hola! ¿Cómo estás?


-Mmmhhh... ¿te conozco?


-¿No te acuerdas de mí? No conocimos en la fiesta de la María José...


-No conozco a ninguna María José, creo que me confundes.


-Oh, lo siento... de verdad... ¿sabes qué? tienes razón. El tipo que conocí era más bajito, y no tenía tanto músculo... y definitivamente no tenía tu sonrisa...


Bam bam bum. 5 minutos después sacaba un número.
Confieso que el 25% de las veces el numero es falso... y OK, a veces el tipo resulta ser gay y me dicen que el número es para Lalo (si lo conocieran entenderían)
Vitrinear no es comprar, yo vitrineado mucho y nunca he comprado nada... hasta ahora...

1 de marzo de 2011

Primera cita - Alberto, profesión irrelevante

Mi amigo Marcelo ("amigo", hace 2 años que no nos hablábamos) me concertó una cita a ciegas con Alberto. Estudió Arquitectura en la Chile, aparentemente tiene un trabajo estable, y no ha tenido una sola cita desde que terminó con su polola del colegio (hacía ya un año y medio).
Marcelo pensó que era perfecto, como los dos estamos un poco despechados, ninguno se aprovecharía del otro.
La cosa fue así:


Me vestí lo más linda que se me ocurrió: jeans pitillos, polera tornasolada larga pero ajustada (no tanto, claro), zapatos bajitos y un tapado de algodón largo. Me alisé el pelo y maquillé en tonos morados.
No sabía que esperar cuando bajé a esperar a Alberto afuera de mi edificio. Pero de alguna forma, supe que era él cuando vi un modesto Fiat rojo estacionarse.
Alberto estaba usando unos jeans oscuros, camisa blanca y una chaqueta negra. (Me gusta, me gusta)


Como no había tenido una cita en años, ignoré el hecho de que quisiera abrirme la puerta del auto, o correrme la silla en el restaurant. 
La conversación estuvo bien, hasta que se puso a hablar de su ex, Eulalia (personalmente, creo que es un nombre más apropiada para una tía abuela). Era maravillosa, empezaron a pololear a los 13 años, e iban a casarse. Ella es enfermera y a él le encantaba eso.


-Supongo que eme entiendes, ¿no?


Sorbí mi tequila sunrise (nunca tomo, pero dadas las circunstancias, al escuchar "ex" me vi en la necesidad - más bien obligación, de hacerlo) y asentí con la cabeza.


-¿Quieres hablar de eso?


Sorbí mi tequila sunrise y negué con la cabeza. No quería hablar de Pepo. No quería saber de Eulalia. Por todo lo que sabía, ya no éramos dos en la mesa y no me gustaba la sensación de que los ex estaban ahí sentados con nosotros.
Alberto siguió hablando de lo hermosa, simpática y maravillosa que es Eulalia y cómo su mamá sufrió tanto cuando habían terminado. Yo sorbía mi trago y sonreía sin decir nada.


Cuando Alberto me dejó en mi edificio, me incliné y le di un rápido abrazo en el auto. Gritó "llámame" y le hice un gesto con la mano.
Mejor que llame a Eulalia y se quede con ella.
O sea, ¿Alberto & Eulalia? La preja perfecta, los dos tienen nombre de viejo... (sin ofender)


Apenas entré a mi departamento le mandé un mensaje de texto a Marcelo: "qué estabas pensando?"