1 de marzo de 2011

Primera cita - Alberto, profesión irrelevante

Mi amigo Marcelo ("amigo", hace 2 años que no nos hablábamos) me concertó una cita a ciegas con Alberto. Estudió Arquitectura en la Chile, aparentemente tiene un trabajo estable, y no ha tenido una sola cita desde que terminó con su polola del colegio (hacía ya un año y medio).
Marcelo pensó que era perfecto, como los dos estamos un poco despechados, ninguno se aprovecharía del otro.
La cosa fue así:


Me vestí lo más linda que se me ocurrió: jeans pitillos, polera tornasolada larga pero ajustada (no tanto, claro), zapatos bajitos y un tapado de algodón largo. Me alisé el pelo y maquillé en tonos morados.
No sabía que esperar cuando bajé a esperar a Alberto afuera de mi edificio. Pero de alguna forma, supe que era él cuando vi un modesto Fiat rojo estacionarse.
Alberto estaba usando unos jeans oscuros, camisa blanca y una chaqueta negra. (Me gusta, me gusta)


Como no había tenido una cita en años, ignoré el hecho de que quisiera abrirme la puerta del auto, o correrme la silla en el restaurant. 
La conversación estuvo bien, hasta que se puso a hablar de su ex, Eulalia (personalmente, creo que es un nombre más apropiada para una tía abuela). Era maravillosa, empezaron a pololear a los 13 años, e iban a casarse. Ella es enfermera y a él le encantaba eso.


-Supongo que eme entiendes, ¿no?


Sorbí mi tequila sunrise (nunca tomo, pero dadas las circunstancias, al escuchar "ex" me vi en la necesidad - más bien obligación, de hacerlo) y asentí con la cabeza.


-¿Quieres hablar de eso?


Sorbí mi tequila sunrise y negué con la cabeza. No quería hablar de Pepo. No quería saber de Eulalia. Por todo lo que sabía, ya no éramos dos en la mesa y no me gustaba la sensación de que los ex estaban ahí sentados con nosotros.
Alberto siguió hablando de lo hermosa, simpática y maravillosa que es Eulalia y cómo su mamá sufrió tanto cuando habían terminado. Yo sorbía mi trago y sonreía sin decir nada.


Cuando Alberto me dejó en mi edificio, me incliné y le di un rápido abrazo en el auto. Gritó "llámame" y le hice un gesto con la mano.
Mejor que llame a Eulalia y se quede con ella.
O sea, ¿Alberto & Eulalia? La preja perfecta, los dos tienen nombre de viejo... (sin ofender)


Apenas entré a mi departamento le mandé un mensaje de texto a Marcelo: "qué estabas pensando?"

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